Algunos analistas de geopolítica afirman que la OTAN podría estar apoyando a grupos paramilitares neonazis en Ucrania. Esta coalición denunciada repetidas veces por Putin y silenciada por los medios occidentales podría ser algo más que mera propaganda de guerra del bando pro-ruso.
¿Qué está pasando en
Ucrania? Todo y nada al mismo tiempo, se podría responder, porque lo que sucede
en este país, para los que no estamos allí, depende de quién nos cuente la
historia.
Según el historiador
William Blum, USA está apoyando a grupos neonazis (1), responsables entre otras
atrocidades del incendio de una sede sindical en Odessa el pasado 2 de Mayo con
el resultado de 48 personas muertas y 247 heridas. Según testigos, de los que lograron escapar del humo y las llamas algunos fueron estrangulados
y golpeados con bates por radicales violentos.
El jefe de los
servicios de emergencia de esta histórica ciudad, Vladimir Bodelan, declaró que
los síntomas de ciertas víctimas apuntaban a causas
manifiestamente distintas del fuego o el humo.(2) Este mismo funcionario
denunció que los asaltantes fuera del edificio obstaculizaron el trabajo de los
bomberos, retrasando significativamente la toma de posiciones más cercanas al
edificio y, por tanto, las labores de extinción.
Contrasta esta versión
con la transmitida por los medios occidentales, para los
que la masacre de Odessa es obra de los rebeldes pro-rusos y del gobierno de
Moscú. ¿Qué sucede entonces? ¿A quién deberíamos creer? Como suele decirse, la
primera baja en una guerra es la verdad, que cae víctima de la propaganda
difundida por los bandos contendientes. Aunque quizá resulte en vano la
pretensión de verdad, conocer la tesis de Blum y otros analistas puede
aportarnos una visión más completa de este conflicto, cuyo riesgo potencial
amenazaría la misma paz mundial en el peor de los desenlaces.
Entre los que defienden
el apoyo de USA y la UE a grupos ucranianos de extrema derecha se encuentra
también Michel Chossudovsky, economista, profesor emérito de la Universidad de
Ottawa en Canadá y fundador del Centro de Investigación sobre la Globalización en Montreal.
Manifestantes con un retrato de Stepan Bandera (1909-1959) , líder nacionalista ucraniano. |
En la misma línea, se recurre sistemáticamente al eufemismo y a términos como “ultraconservadores” o “patriotas” para referirse a grupos que abiertamente muestran símbolos nazis y reverencia por Hitler y Stepan Bandera. Se evita a toda costa que la opinión pública occidental sepa que en el complejo bando contra-ruso combaten también fuerzas filonazis.
Algunos analistas de la talla de Tony Cartalucci apoyan también esta tesis, señalando que la OTAN estaría rentabilizando las acciones neonazis para ganar presencia militar en la zona. El pasado 7 de Mayo, por ejemplo, hubo un intento de asalto a la central nuclear Zaporozhye en la ciudad de Erdogan por parte del grupo de ultraderecha Pravyi Sektor. Aunque la operación no tuvo éxito, eventos de este tipo contribuirían a generar un estado de opinión favorable a la injerencia de las potencias occidentales en suelo ucraniano. Recordemos que Ucrania no pertenece a la OTAN y, por tanto, esta organización no puede legalmente operar en su territorio. Pero si se diera una causa de fuerza mayor, sugiere Cartalucci, como una amenaza verosímil que pusiera en peligro a los países circundantes miembros de la OTAN, entonces el protocolo de esta alianza militar autorizaría la intervención por estimarla legítima. (4)
La base social que apoya a la ultraderecha es muy amplia y va en aumento. En Ucrania, como en Grecia, la extensión del poder neonazi es tal que se ha instalado en las instituciones públicas y en las fuerzas de seguridad, que aprovechan las infraestructuras estatales para impulsar su política. El 9 de Mayo, por ejemplo, fue incendiado un edificio en Mauripol por la Guardia Nacional bajo el mando del
Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, controlado entre otros por Svoboda, partido nazi que gobierna de facto en buena parte del
país.
La amenaza fascista y
el poder creciente de los grupos neonazis en el este de Europa debería
presentarse urgentemente al público europeo. Aunque excepcionales e
insuficientes, algunos pasos se han dado ya en esta dirección, como el artículo
de John Pilger el pasado 13 de mayo en el diario británico The Guardian, que se
hace eco de la tesis de Blum y cuyo titular reza: En Ucrania, Estados Unidos
nos arrastra a una guerra contra Rusia. (4)
No olvidemos que
Ucrania cuenta con un pasado oscuro, pues la persecución de
los judíos y la simpatía por la doctrina hitleriana contaron con un respaldo
social amplio durante la II Guerra Mundial. Asimismo, las reformas
estructurales implementadas por el FMI en la última década han dejado al país
en quiebra técnica (5), generando un caldo de cultivo favorable al extremismo.
Con una economía completamente colapsada, el empobrecimiento severo de la población, la diversidad cultural mal integrada, el pasado pro-nazi todavía latente en el imaginario colectivo y la significativa radicalización de las fuerzas políticas, la probabilidad de una guerra civil en Ucrania es altísima, tanto que algunos ya la dan por comenzada. En este sentido, la misión de 34 observadores enviados por Naciones Unidas retrata una situación manifiesta de conflicto bélico entre grupos políticamente extremistas, con consecuencias horriblemente devastadoras para la población civil: violaciones, asesinatos indiscriminados, ejecuciones en masa, violencia racista contra minorías étnicas etc. (6)
Con una economía completamente colapsada, el empobrecimiento severo de la población, la diversidad cultural mal integrada, el pasado pro-nazi todavía latente en el imaginario colectivo y la significativa radicalización de las fuerzas políticas, la probabilidad de una guerra civil en Ucrania es altísima, tanto que algunos ya la dan por comenzada. En este sentido, la misión de 34 observadores enviados por Naciones Unidas retrata una situación manifiesta de conflicto bélico entre grupos políticamente extremistas, con consecuencias horriblemente devastadoras para la población civil: violaciones, asesinatos indiscriminados, ejecuciones en masa, violencia racista contra minorías étnicas etc. (6)
Creemos que de nuevo
podría repetirse el escenario de Siria, donde Rusia y los países de la OTAN,
con intereses contrapuestos en la región, abandonaron al pueblo sirio a su
suerte y quedaron “oficialmente” al margen de la guerra civil, pero expectantes
porque la facción aliada con sus intereses saliera victoriosa.
Sebastián G.
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Notas
(3) Chossudovsky, M. How the Western Media Deciphers the Neo-Nazi Code.
(4) Cartalucci, T. Crisis in Ukraine goes nuclear. The storming of Zaporizhia nuclear porwer plant by neo-nazis.
(4) Cartalucci, T. Crisis in Ukraine goes nuclear. The storming of Zaporizhia nuclear porwer plant by neo-nazis.
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