Análisis económicos ¿Un argumento pseudocientífico?

Desde que comenzara la actual crisis economistas y presuntos expertos en la materia han proliferado en los medios para aleccionarnos y exponer sus sesudos argumentos. Visto lo acertado de las predicciones de muchos de ellos, habría que preguntarse si determinados análisis económicos entran más bien en el terreno de lo pseudocientífico.


Fuente: Economía y Epistemología
               A estas alturas no somos pocos los que pensamos que la actual crisis, iniciada en el 2008 tras estallar la burbuja financiera en Estados Unidos, va a ser algo más que un simple episodio pasajero del que nos recuperaremos antes o después. De un tiempo a esta parte la situación económica se ha convertido en una preocupación capital para buena parte de la población (desde luego no es para menos), los medios de comunicación han concedido un peso creciente a estos asuntos en espacios informativos, debates y demás programas y la Economía (así, en mayúsculas) ha dejado de ser una disciplina de escaso interés para alzarse como uno de los temas estrella en muchas de las conversaciones que, a diario, mantenemos con amigos, familiares, vecinos o compañeros de trabajo. Expresiones como IBEX 35, prima de riesgo, agencia de calificación, hipotecas subprime o apalancamiento financiero, han alcanzado un uso extensivo, empleadas a veces por personas que tal vez no sepan demasiado bien lo que significan.
Aplicando un símil biológico la crisis es un entorno que ha dificultado la existencia de muchos, pero que por contra ha permitido que prosperen determinados especímenes, puesto que se daban las condiciones adecuadas para ello. Estoy hablando ni más ni menos que de los economistas y demás expertos en temas económicos que, desde hace unos años, proliferan como las setas en el bosque después de las lluvias otoñales. Su pretendida sabiduría parece ser la clave de su multiplicación en distintos ámbitos (televisión, radio, prensa escrita, blogs y webs, incluso hasta en tu barrio). Cualquier espacio informativo que se precie ha de contar con su analista económico respectivo, al que todos acuden cual si fuera un oráculo para encontrar respuestas a las cuestiones que a muchos angustian. Pero, ¿de verdad son fiables y reflejan la realidad los análisis y predicciones de estos "expertos" en Economía? Permitidme que exprese mi opinión al respecto a través de tres consideraciones.

Primera consideración. Éstas son mis previsiones económicas, si no se cumplen... tengo otras

           Tal y como dijera el genial Groucho Marx en relación a sus principios, muchos economistas parecen bastante volubles en cuanto a sus planteamientos. En 2010 los prestigiosos economistas de la Universidad de Havard (ahí queda eso) Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff publicaron un estudio según el cual el PIB de un país (producto interior bruto o medida de su crecimiento económico) comienza a contraerse si su nivel de endeudamiento público rebasaba el 90% del valor de ese mismo parámetro. Dicho de otra manera, que si un gobierno se endeuda hasta el cuello por tener excesivos gastos en sanidad, educación, administración, ayudas sociales... su economía quedará gravemente resentida y no habrá crecimiento. El estudio en cuestión pronto se convirtió en el evangelio de las políticas de austeridad implementadas por la Unión Europea, con la Alemania de la señora Merkel a la cabeza, para "hacernos salir de la crisis", esa frasecita que ya empieza a tocar las narices según quien nos la diga. De esta manera se procedió a desmantelar el costoso Estado del Bienestar, para así contener el endeudamiento de los países con dificultades, porque los gurús de la ciencia económica habían aseverado que de esta manera "se recuperaría la senda del crecimiento" (otra de esas dichosas frasecitas).

           Pues bien, el pasado año salió a la luz que el estudio de Reinhart y Rogoff no era tan riguroso como aparentaba, ya que el 88% de las hojas de cálculo Excel empleadas contenía errores (1), lo cual echaba por tierra todas sus conclusiones. Más tarde se publicaron otros estudios que parecían decir precisamente lo contrario, aunque los economistas en tela de juicio por semejante metedura de pata trataron de defenderse argumentando que, si bien sus cálculos eran incorrectos, la relación inversamente proporcional entre aumento de la deuda y crecimiento económico seguía siendo igualmente válida. Como si las matemáticas no fueran algo especialmente importante en Economía. En uno u otro caso no importa, pues las cifras se pueden manipular a conveniencia para que digan lo que más te interese.

           Pueden decirnos que el funcionamiento de los sistemas económicos es algo extremadamente complejo, regido por variables y ecuaciones a la altura de la Mecánica Cuántica o la Teoría de Cuerdas, de tal manera que sólo un puñado de mentes preclaras es capaz de desentrañar sus misterios. Luego va y se equivocan con el Excel. Pensándolo mejor puede que la economía no sea algo tan complicado. Recientemente el llamado Consejo Empresarial para la Competitividad, que agrupa a las 18 empresas más importantes a nivel estatal, nos ha presentado sus "soluciones" para crear más de dos millones de empleos y así mostrarnos el camino a seguir; las propuestas están ahí para que las valore quien quiera (2). Estos grandes hombres de empresa quizá crean que un profano no alcanza a comprender la razón de ser de dichas propuestas, pues ellos están ahí para iluminarnos con su sabiduría económica. Reflexionemos no obstante acerca de las mismas ¿Qué ocurrirá si subimos los impuestos a los trabajadores (a los ricos ni tocarlos, claro está), les bajamos el sueldo, abaratamos todavía más el despido para que sea más fácil aún poner a cualquiera de patitas en la calle y desmantelamos más si cabe lo que queda del Estado del Bienestar para contener el gasto público, de manera tal que los trabajadores deban costear de su propio bolsillo servicios que antes eran gratuitos y universales? No hace falta haber ido a la universidad, es más, creo que ni tan siquiera haría falta tener terminada la ESO, para resolver semejante ecuación. Por mucho que digan determinados "expertos", hay cosas que son de sentido común.

Segunda consideración. La falacia del libre mercado

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Retrato de Adam Smith (Wikipedia).
           Allá por el año 1776 Adam Smith, teórico fundacional y vaca sagrada del capitalismo moderno, expresó en su famosísima obra La riqueza de las naciones el concepto de la "mano invisible" del mercado, en referencia a la capacidad autorreguladora del mismo. Dicho argumento se emplea muy a menudo para justificar el hecho de que no hay necesidad alguna de intervención estatal para regular el comportamiento de los mercados, puesto que éstos se regulan por sí solos en función de la oferta, la demanda y otros factores hasta que se alcanza un equilibrio satisfactorio para todos. A saber, el típico mantra neoliberal que no para de repetirse una y otra vez.

          Muchos de los defensores a ultranza de esta teoría obvian el contexto histórico y cultural del mundo académico en el que el bueno de Adam Smith desarrolló sus trabajos. Él, como tantos otros científicos e intelectuales de la Ilustración, era un firme defensor del llamado teísmo racional, que argumentaba que todo orden social o natural estaba regido por una especie de "Divina Providencia" que regula las cosas para que tiendan hacia un equilibrio estable, justo y "moralmente apropiado". De esta manera una "mano invisible" tendería a equilibrar el orden económico imponiéndose al natural egoísmo de determinados individuos, para que así hubiera una adecuada distribución de riqueza y recursos que asegurarían la perpetuación del sistema tal y como ocurre en el Mundo Natural (3). En resumen, que todo eso es muy bonito pero no deja de ser más que un argumento teológico disfrazado y, por tanto, indemostrable empíricamente por mucho que nos quieran convencer de ello.

          ¿Pero de verdad creen los grandes defensores del neoliberalismo en eso de la "mano invisible" del mercado? Mucho me temo que no y utilizan los argumentos del economista del siglo XVIII con el propósito de enmascarar otras pretensiones. Liberalización, desregulación y libre mercado son los grandes pilares en los que se asienta la moderna teoría económica neoliberal. El Estado no ha de intervenir en el funcionamiento de los mercados, cuanto menos regulados estén más eficientes serán, poner trabas al libre comercio es siempre perjudicial para la economía y bla, bla, bla, bla... ¿De verdad existen mercados libres y no sujetos a regulación alguna? El tráfico de drogas o la pornografía en Internet podrían ser ejemplos de mercados escasamente regulados y bastante libres, en el primer caso por operar al margen de la Ley y en el segundo porque la Red es un universo con innumerables lagunas que las legislaciones estatales e internacionales todavía no han acotado. En realidad casi cualquier otro mercado que opere intercambiando productos o servicios que no sean ilícitos está sujeto a una estricta regulación. De hecho los mercados no son otra cosa que una compilación de leyes, normas y regulaciones que permiten que una determinada actividad tenga lugar en el marco de un contexto económico, político y social concreto (4). La cuestión no es que los mercados estén regulados, que salvo excepciones todos lo están y mucho, sino a quién favorece dicha regulación o, dicho de otra manera, quién ha dictado de manera directa o indirecta las leyes y normativas correspondientes buscando básicamente el propio beneficio.

           En ese sentido los tratados de libre comercio, como el TTIP que está previsto que aprueben Estados Unidos y la Unión Europea, no conceden libertad a los ciudadanos para que comercien unos con otros como mejor les parezca. En realidad las cláusulas que surgen de acuerdos de este tipo blindan legalmente a las grandes transnacionales y al poder financiero frente a los estados y la gente corriente que en ellos habita, de manera tal que obtienen unos privilegios desmedidos en virtud a una especie de "supraconstitución" de obligado cumplimiento. Si eso no es regular, tal y como se suele decir que venga Dios y lo vea.

Tercera consideración. Cuando la Economía se parece a una pseudociencia

            Hace ya un tiempo un divertido sketch del programa de humor de ETB Vaya semanita, ridiculizaba a los economistas comparándolos con charlatanes y truhanes que arruinaban la vida a sus familiares y vecinos. En ese sentido hacía mofa de las pretendidas predicciones que este colectivo profesional realiza, puesto que muchas veces parecen fallar más que los hombres del tiempo. Tengamos presente por ejemplo la expresión "brotes verdes" que los miembros de un anterior gobierno emplearon años atrás para indicar que la economía española empezaba a recuperarse. En algunos aspectos la charlatanería de los economistas recuerda a la de adivinos, astrólogos y demás sujetos que pretenden sacarnos los cuartos haciéndonos creer que son capaces de ver nuestro futuro.

            Una pseudociencia es algo que se hace pasar por Ciencia pero que en realidad no lo es. El método científico observa hechos y fenómenos que tienen lugar en la Naturaleza y después trata de buscar una explicación razonable de por qué suceden para establecer una teoría. Las teorías pueden ser ciertas o falsas, sólo las pruebas acumuladas a favor y en contra pueden decirlo, y el hecho de creer en una concreta por el motivo que sea no la hace más válida. Finalmente son las evidencias las que confirman la teoría y la convierten en una ley o axioma.
Las pseudociencias recorren el camino en sentido opuesto. Se fundamentan en un paradigma, un planteamiento que sus defensores consideran que ha de ser cierto y, a partir de ahí, tratan de buscar evidencias empíricas por donde sea con tal de confirmarlo. Sólo una les basta en ocasiones, por mucho que haya otras muchas que la contradigan o surja de un estudio o experimento nada ortodoxo, para aferrarse vehementemente a su paradigma. Pretender que nuestro destino está ligado al movimiento aparente de los planetas con respecto a un fondo estrellado compuesto por cuerpos situados a años luz de la Tierra, decir que hay evidencias irrefutables de la visita de seres extraterrestres a nuestro mundo que los gobiernos ocultan, asegurar que bajo las aguas de un lago escocés vive un enorme reptil prehistórico o que por las heladas desolaciones del Himalaya vaga una especie de simio gigantesco bípedo. Una y otra vez se presenta ese algo en lo que hay que creer a toda costa y, una y otra vez, se buscan pruebas, por endebles que sean, para intentar demostrarlo.

           Tengo la sospecha de que la Economía a veces funciona de una forma parecida. Hay defensores de determinados modelos o teorías económicas, ya sean por ejemplo de tipo neoliberal (la Escuela de Chicago con Miton Friedman como máximo exponente) o de tipo keynesiano (por John Maynard Keynes, que defendía una intervención de carácter público o estatal en los mercados para corregir sus déficit). Unos y otros presentan sus argumentos, muchas veces contrapuestos, y buscan en el comportamiento de las economías pruebas con que demostrarlos. Uno no puede evitar pensar que, como ciencia social que es, la Economía está fuertemente influenciada por las políticas que se implementan en cada momento y éstas siempre tienen un inevitable componente ideológico. Ése es precisamente el problema, a pesar de todo el aparato matemático que puedan tener a su alrededor, siempre parece haber una "economía de derechas" y una "economía de izquierdas" en función de la ideología de sus promotores. Más que a pruebas irrefutables, la preponderancia de una u otra se debe a quienes ostenten el poder en cada momento y bien sabemos cómo piensa la élite dominante hoy día.

           Prueba de que existe cierta confusión en el mundo académico de la Economía fueron los premios Nobel concedidos en esta disciplina el pasado año 2013. Hay que decir primero que el mal llamado "Nobel en Economía" se denomina en realidad Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel y, como su propio nombre indica,  no lo concede la Real Academia Sueca de las Ciencias (como los de Física, Química, Medicina o Literatura, hasta ahí podríamos llegar), sino el banco central de ese país. Dicho esto hablemos de dos de los premiados, Eugene F. Fama y Robert J. Shiller, que defendían teorías totalmente contrapuestas en relación al comportamiento de los mercados financieros (5). Mientras el primero es un teórico que nos habla acerca de lo racional de su funcionamiento, el segundo siempre ha hecho hincapié en lo irracional de la forma de actuar de sus agentes. Curioso, ¿no? Vale que los mercados financieros puedan llegar a ser entes verdaderamente complejos, pero tanto como para que los expertos ni tan siquiera sean capaces de ponerse de acuerdo acerca de cómo funcionan. Es como si a Peter Higgs le hubieran concedido el Nobel de Física al haber sido encontradas evidencias del esquivo bosón y, al mismo tiempo, compartiera premio con otro físico que argumentara que dicha partícula no existe. Y es que lo que se les permite a los economistas quizá avergonzase a otros científicos, esta vez los de verdad.

            Así que, como conclusión final, aconsejaría no hacer demasiado caso a los economistas cuando los escuchemos hablar acerca de sus cosas. Si vemos por ejemplo que uno de esos "expertos", muy serio y bien trajeado, sale en televisión para convencernos con un motón de números escritos en una pizarra que eso de la Renta Básica no es más que una utopía irrealizable que se le acaba de ocurrir a una panda de perroflautas después de fumarse unos porros y terminar con unas cuantas litronas tirados en un parque, concedámosle la misma credibilidad que a esos que él tanto desacredita. Al menos por el momento las matemáticas están al servicio de todos, con respecto a lo de la Renta Básica aconsejo visitar la página RED RENTA BÁSICA, para así contrastar ciertas sandeces que tertulianos y presuntos economistas de prestigio sueltan con toda tranquilidad en los medios. Una vez más no se trata de estar en posesión de la verdad absoluta, sino de comprender que puede haber muchas soluciones para resolver un mismo problema, todas igualmente válidas. Desconfiad de los que defienden una única vía en Economía y otros asuntos, porque a buen seguro será la que más les convenga a ellos y no a los demás.


                                                                                                                      Artículo escrito por: El Segador      
                                                             


(1) Batalla por la austeridad: un error de Excel desmonta la estrategia de la UE (elEconomista).
(2) La gran empresa no sabe lo que dice o cree que los españoles somos tontos (ATTAC).
(3) Mano invisible (Wikipedia).
(4) Pornografía, espermatozoides borbónicos y mercado libre (Público).
(5) El Nobel premia teorías contradictorias sobre mercados financieros y los precios (El País).


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