Agujeros negros fiscales

Los llamados paraísos fiscales bien podrían llamarse agujeros negros fiscales. Absorben capitales con avidez, es muy difícil saber lo que ocurre en su interior y hay muchos que no son visibles.

Este mapa recopila los paraísos fiscales, así como los países que no cooperaban en la lucha contra el blanqueo de capitales, reconocidos hacia el año 2001. Sin embargo no están todos los que son, ya que ciertos territorios dentro de Estados Unidos y el Reino Unido también podrían ser considerados de facto como paraísos fiscales (Fuente: CNA). 

      Un agujero negro es el núcleo de una estrella masiva (mucho mayor que nuestro Sol) que, al agotar su combustible y ser incapaz de mantener más reacciones de fusión termonucleares, se apaga y, a causa de la intensísima fuerza de atracción gravitatoria de su masa súper concentrada, comienza a colapsar sobre sí mismo. Sobreviene entonces la Supernova, uno de los fenómenos más violentos del Universo conocido, cuando las capas exteriores de gas de la estrella salen despedidas por el efecto de una descomunal explosión que aumenta, brevemente y de forma increíblemente intensa, el brillo de la misma en el momento de su inmolación. Lo que queda después es un objeto singular, un cuerpo de reducidas dimensiones pero inconcebiblemente denso y con un campo gravitatorio tan formidable que ni la luz puede escapar de él. Más allá del llamado horizonte de sucesos, el punto a partir del cual las ondas de luz no pueden escapar de tan poderosa fuerza de atracción, un observador externo es incapaz de ver nada, porque dicho horizonte es como una frontera entre este Universo y lo desconocido. Es ahí donde reside el agujero negro, la singularidad gravitatoria, donde todas las leyes físicas que conocemos dejan de tener sentido. En sí es como un universo dentro de otro. Y, como casi todo aquel que tenga unas mínimas nociones de Astrofísica sabe, los agujeros negros devoran todo aquello que queda dentro de su campo de acción, otras estrellas incluidas. Sólo entonces pueden ser detectados con relativa facilidad, porque cuando están inactivos (no se están tragando nada), resultan sumamente difíciles de descubrir.

      ¿Qué tiene todo esto que ver con los paraísos fiscales y el tan traído y llevado escándalo de los "Papeles de Panamá"? Pues que, salvando las distancias, los paraísos fiscales tienen unos cuantos elementos en común con los agujeros negros del espacio profundo. Grandes flujos de capital fluyen hacia estos lugares como atraídos por una fuerza gravitatoria irresistible. Tanto es así que se estima que alrededor de 22 billones de dólares permanecen ocultos en 50 de ellos, ¡el equivalente al 25% del PIB mundial! (ver la siguiente entrada de ATTAC). Y como se ha dicho eso sólo es una estimación, porque resulta muy difícil saber todo lo que ocurre en el interior de estos "paraísos", dada la opacidad con la que se llevan a cabo muchas de las operaciones financieras que son la razón de ser de su existencia. En cierto sentido cada paraíso fiscal tiene su propio horizonte de sucesos, un punto más allá del cual es complicado atisbar qué ocurre del otro lado. Y por último, por mucho que sepamos de unos cuantos lugares de estas características, otros muchos pasan desapercibidos, como agujeros negros agazapados en la inmensidad del vacío cósmico a la espera de su oportunidad. Todos conocemos cómo se las gastan en Suiza, Andorra, las Islas Caimán y ahora Panamá, el nuevo y fulgurante descubrimiento dentro de este particular mundo, como si hasta hace cuatro días en el pequeño país centroamericano se dedicasen a otras cosas muy distintas. Sin embargo existen muchos otros agujeros negros fiscales, opacos a la trasparencia financiera e informativa, de los que no oiremos hablar, a no ser que alguna filtración periodística arroje luz sobre ellos. Por fortuna esto no es como la Astrofísica, existir se puede saber que existen, solo que autoridades y medios de comunicación de masas no les prestan ninguna atención, razón por la cual resultan invisibles para el ciudadano de a pie ¿Qué insospechados lugares del planeta podríamos incluir en esta lista?

La City de Londres
Panorámica del skyline de la City con algunos de sus rascacielos
más conocidos.
      No resulta demasiado complicado averiguar que numerosos territorios bajo el dominio del Reino Unido actúan como paraísos fiscales offshore (anglicismo que se ha puesto muy de moda estos últimos días y que significa "extraterritorial" o "deslocalizado"). Entre ellos las archiconocidas Islas Caimán, pero también las Islas Vírgenes, la isla de Man, las anglo-normandas, las de Jersey y Guernesey, Gibraltar y hasta ex colonias como Hong Kong ¿Qué hay en el centro de toda esta compleja telaraña de opacidad financiera? Pues nada más y nada menos que la City de Londres, posiblemente el mayor paraíso fiscal del mundo (ver el siguiente artículo de Astillas de realidad). En primer lugar hay que saber que la City es casi como un Estado independiente dentro de la capital británica, pues no está gobernado por la corporación municipal, sino por la City of London Corporation, una especie de lobby bancario que disfruta de alcaldía propia, una administración judicial totalmente autónoma, capacidad para recaudar impuestos dentro de su jurisdicción, una policía particular a su servicio e incluso dispone de sus propias prácticas electorales para elegir a quién deba estar al frente de tan singular ente (para saber más ver la siguiente entrada de GurusBlog). Todos estos privilegios proceden de la época medieval, cuando se concedió a los habitantes de esta área originaria de la capital, mercaderes y adinerados comerciantes, la libertad de gestionar sus negocios con absoluta independencia. Hoy en día la City es uno de los grandes centros financieros del mundo, hacia donde, según ciertas fuentes, se canalizan el 55% de todos los depósitos offshore procedentes de otros agujeros negros fiscales. Todas estas operaciones se llevan a cabo bajo la más absoluta opacidad, gracias a los singulares privilegios que blindan el centro financiero londinense, pues prácticamente nadie puede meter las narices en sus asuntos. Detrás hay auténticos ejércitos de abogados, asesores, contables y expertos en finanzas que, operando desde sus despachos radicados en la City, son los encargados de mantener los flujos de capital para proteger las inversiones de las grandes fortunas, su impunidad ante la evasión fiscal y, por supuesto, sus lucrativas ganancias. Si en el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, hay un gran agujero negro súper masivo, la City londinense es algo parecido en el entramado de paraísos fiscales. Es el gran centro onshore (localizado) que articula todo este complejo sistema, creando artificios financieros y estructuras jurídicas específicas para ello. A saber, hedge founds, los llamados "vehículos especiales de inversión" y también los trust, conglomerados empresariales cuyos beneficiarios permanecen en el anonimato, lo cual ayuda a borrar las huellas del destino de los activos que manejan. La ciudad-estado de la City esconde muchos secretos, una tradición de nueve siglos de opacidad y secretismo que la ha consolidado como unos de los grandes centros de poder del mundo.

      Dentro del entorno europeo sorprende descubrir que también Holanda puede ser considerada como un paraíso fiscal, si bien la OCDE no la reconoce como tal (ver paraisosfiscales.net). Los Países Bajos no protegen el secreto bancario y cualquier empresa registrada en su territorio ha de presentar informes anuales de sus cuentas de resultados y actividades en aras de la trasparencia, lo cual los diferencia del clásico agujero negro fiscal. Sin embargo, todo y que se opera dentro de lo que podríamos considerar la legalidad, las enormes ventajas fiscales convierten a Holanda en un paraíso fiscal para multinacionales y grandes corporaciones. Por ejemplo, los holdings allí radicados no han de pagar impuestos por los dividendos generados por sus filiales, con una participación mínima del 5%. Éstas y otras ventajas fiscales han permitido la proliferación de las llamadas Besloten Veennotschap o BV, sociedades registradas en territorio holandés pero que bien pueden desarrollar la práctica totalidad de sus actividades en otros países. En ocasiones las BV ni tan siquiera tienen trabajadores en plantilla u oficinas dentro de los Países Bajos, sólo son una simple figura jurídica ideada para pagar menos impuestos legalmente, lo que podríamos llamar un "chiringuito financiero" gestionado por terceros. Ejemplo de ello sería el gigante de servicios de cafetería Starbucks. Si a esto le unimos los acuerdos con numerosos países para evitar la doble tributación, tributar en el territorio matriz y también allá donde las filiales desarrollan sus actividades (como es el caso en la mayoría de naciones), comprendemos que, si Holanda no es un agujero negro fiscal, se parece bastante a cualquiera de ellos.

Arriba representación del escudo de El Vaticano.
      Y sin salirnos del Viejo Continente nos topamos con otro de esos lugares en los que no solemos pensar como un paraíso fiscal, la ciudad-estado de El Vaticano ¿Qué lo convierte en un agujero negro frente a la trasparencia financiera? En primer lugar el hecho de ser un Estado independiente dentro de la ciudad de Roma, lo que blinda su estatus de santuario inviolable (no por la Gracia de Dios, sino por la del Derecho Internacional). Gracias a esto el centro neurálgico y espiritual de la Iglesia Católica protege el secreto bancario y además garantiza a los inversores que quieran depositar sus fondos dentro de su territorio la exención en el pago de cualquier tipo de impuesto. Así El Vaticano lleva décadas actuando como auténtica máquina de lavado de dinero, con oscuras relaciones incluso con el crimen organizado, tal y como demostró el escándalo del Banco Ambrosiano que estalló en 1981. Pese al derrumbe inmediatamente posterior de dicha entidad El Vaticano ha continuado siendo un agujero negro fiscal. De hecho se estima que ocupa la octava posición entre los paraísos que más cantidad de capital mueve (ver ¿El fin del paraíso fiscal para El Vaticano?). No obstante con la llegada del papa Francisco en 2013 comenzaron a soplar nuevos vientos. El recién llegado pontífice inició una cruzada en defensa de la trasparencia para mejorar la imagen de la institución, de manera tal que, al poco de llegar, dio luz verde para cerrar unas 3.000 cuentas opacas y congelar otras 2.000. Al parecer esto lo ha enemistado con los llamados "lobos vaticanos", los sectores más inmovilistas y reaccionarios dentro de la alta jerarquía eclesiástica, muy implicados en el entramado financiero desarrollado en el interior de la Santa Sede. El Vaticano es probablemente uno de los entornos más opacos del planeta, un pequeño universo aislado y plagado de secretos, así que el nuevo papa, que prometió amplias reformas en su seno, no lo va a tener nada fácil.

     Yéndonos al otro lado del Atlántico pasemos a hablar de los Estados Unidos. Puede que el presidente Obama haya enarbolado la bandera de la decencia frente la evasión para apuntarse un tanto ante la opinión pública, haciendo gala de la prepotencia que caracteriza a los norteamericanos al censurar a Panamá e incluirla de nuevo en la lista de paraísos fiscales. Sin embargo dentro de territorio estadounidense también existen los agujeros negros fiscales. El más destacado de todos ellos es el Estado de Delaware (ver una vez más paraisosfiscales.net), un minúsculo territorio enclavado en la costa nordeste del país, que no por casualidad es la sede de más de 250 mil empresas. Las ventajas que se les ofrecen son numerosas. En primer lugar es un polo de atracción para bancos y toda clase de entidades financieras porque carece de regulación alguna en relación a la usura, el uso de intereses abusivos en los préstamos. En segundo lugar establece la exención fiscal para Sociedades Limitadas, incluso en manos de extranjeros, siempre que sus titulares sean residentes en el estado pero operen fuera de él, además de para las filiales de los holdings empresariales, razón por la cual muchos de ellos se han asentado en Delaware. También hay que tener en cuenta que el impuesto para corporaciones sin presencia física en el estado, que simplemente se han registrado allí pero no tienen ni oficinas ni empleados, alcanza un máximo de 180.000$ anuales, lo cual resulta casi irrisorio si hablamos de entidades que facturan miles de millones al año. Para finalizar el secreto corporativo está garantizado en Delaware, por lo que las empresas pueden operar de forma anónima protegidas por la legislación estatal vía agentes autorizados. Así accionistas e inversores privados quedan a salvo de demandas y juicios en los que ande implicada la compañía en la que participan, ya que además Delaware ha desarrollado un formidable sistema de jurisprudencias destinado a dar asesoramiento y orientación legal de todo tipo a las empresas allí radicadas; un servicio jurídico-financiero a la carta.
Pero el caso de este diminuto estado no es el único dentro de los Estados Unidos. Otros como Nevada, Dakota del Sur o Wyoming, se están poniendo de moda entre las grandes fortunas norteamericanas como lugares para desviar activos y crear sociedades pantalla en virtud de sus permisivas legislaciones. Agujeros negros fiscales que no son visibles pero que están a pleno rendimiento. Viéndolo así, cualquier ciudadano estadounidense con una abultada cuenta corriente que quiera pagar muy pocos impuestos, no necesita abrir cuentas o crear sociedades offshore en Panamá o Suiza. Puede hacerlo perfectamente dentro de su país y su dinero estará mucho más seguro incluso de filtraciones periodísticas indebidas.

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En la foto la profesora Christina Romer.
     ¿Qué conclusiones podemos extraer de todo esto? Básicamente que existe una enorme hipocresía al respecto y la mayoría de la gente no es consciente. Puede que ahora toque crucificar a los panameños por el gran chiringuito de evasión fiscal que han mantenido durante tantos años pero, como hemos visto, el pequeño país centroamericano no es ni mucho menos el más importante de todos ellos. Tal y como expone el medio digital Nueva Tribuna, la revelación de los "Papeles de Panamá" favorece y mucho los intereses económicos de Estados Unidos. Seguramente supondrá el principio del fin de este agujero negro fiscal secundario y los capitales allí asentados ya corren a refugiarse a territorio norteamericano, allí donde será mucho más complicado que nadie les moleste a no ser que cambien radicalmente las cosas. Esta estrategia ya se ha empleando antes, la vimos por ejemplo en 2013 en Chipre, paraíso fiscal refugio del dinero de muchos magnates rusos, que fue desmantelado al calor de la crisis de la deuda soberana en la UE. Curiosa actuación, sobre todo cuando comprobamos que Luxemburgo, agujero negro radicado en el corazón de Centroeuropa, incurría en irregularidades y desequilibrios muy similares. Chipre fue castigado pero, ¿qué sucedió con el llamado Gran Ducado? No debemos olvidar que el actual presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, es originario de este pequeño país y está implicado en numerosos asuntos turbios que no han sido debidamente investigados.
Puede que en el centro de todo esté lo que algunos analistas han denominado la doctrina Romer, en honor a la historiadora económica Christina Romer, que preside el actual comité de consejeros económicos del gobierno Obama (ver el siguiente artículo de Red Voltaire) ¿Qué persigue dicha doctrina? Supuestamente la destrucción de todos los agujeros negros fiscales no anglosajones, de la que también se salvarían aquellos ubicados en países que se encuentran dentro de la órbita anglo-norteamericana. La razón es doble. En primer lugar, como hemos comentado y estamos viendo en el caso panameño, todo el dinero oculto en esos "paraísos sacrificables" fluirá hacia los centros seguros de Estados Unidos o Gran Bretaña, eliminando competidores y reforzando su poder. En segundo lugar es una estrategia de guerra económica contra los adversarios geopolíticos de Norteamérica, al privarles de refugios para sus capitales mientras los de la gran superpotencia se mantienen a salvo. No es casual que el nombre de Vladimir Putin haya sido uno de los primeros en salir a relucir en el caso de los "Papeles de Panamá", mientras que ninguna personalidad estadounidense relevante figura de momento en tan descomunal filtración ¿Más de 11 millones de documentos revelados y en ninguno de ellos figura ningún ciudadano de Estados Unidos?

      ¿De dónde procede la filtración de la que tanto se habla estos días? Hay quien se atreve a señalar a la CIA e incluso al Departamento de Estado norteamericano. Indagando un poco descubrimos que el llamado Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por sus siglas en inglés) cuenta entre sus principales benefactores con la Open Society Foundations, presidida por el magnate, especulador financiero y supuesto filántropo George Soros. Como es bien sabido, este personaje forma parte del núcleo duro de la élite económica asentada en Wall Street, posee una gran influencia en Washington y está muy bien relacionado con sus clases dirigentes, además de ser un firme defensor del supremacismo judeo-anglosajón. Otra supuesta sociedad filantrópica, la conocida como Fundación Ford, también es benefactora del ICIJ y, ya en el pasado, ciertas investigaciones la vinculaban a la CIA (ver La Fundación Ford, la fachada filantrópica de la CIA). Los periodistas de este "consorcio internacional" están siendo alabados por muchos como auténticos héroes de la trasparencia, sin embargo olvidamos que figuras como Julian Assange o Edward Snowden se han convertido en parias perseguidos de forma implacable ante la indiferencia de muchos ¿Cuál es la diferencia entre los miembros del ICIJ y estos últimos? Pues que las filtraciones de los segundos pusieron en evidencia las vergüenzas y miserias de Estados Unidos, mientras que el caso de los "Papeles de Panamá" se alinea con sus intereses.

      Por último conviene destacar otro aspecto relevante de la filtración. El hecho de que políticos, deportistas de élite o personalidades del mundo del cine, la cultura o el espectáculo, entre otros muchos, hayan contratado los servicios de la ya infame firma Mossack Fonseca, demuestra una cosa. Estamos ante una práctica más que habitual entre aquellos que han empezado a hacer fortuna por la razón que sea, que por supuesto puede ser totalmente legítima. Contratar a un asesor financiero para que gestione tus ahorros, la mejor forma de invertirlos o el mejor lugar donde depositarlos, es algo completamente normal y, por supuesto, es una práctica en la que siempre han participado todas las entidades bancarias. Buscar la forma de pagar menos impuestos no es más que otro elemento dentro de la ecuación que busca optimizar la gestión de un patrimonio particular o empresarial; algo inherente al modus operandi del sistema capitalista. Si los agujeros negros físicos forman parte de la estructura del Cosmos, los agujeros negros fiscales son parte integrante del universo financiero. Su existencia no se podría entender sin ellos y nada funcionaría como funciona ahora porque, de hecho, el sistema está pensado para que una mínima parte de la población pueda seguir evadiendo impuestos mientras el resto es duramente castigado si lo intenta. Entendiendo esto no se puede esperar que los agujeros negros, mal llamados paraísos, fiscales vayan a desaparecer a corto o medio plazo. Algunos como el de Panamá seguramente lo harán, pero ello sólo implicará el fortalecimiento de su papel como tales de aquellos que resultan menos visibles.

Artículo escrito por: El Segador


           

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