¿Sabías que...?

Algunas cosas que quizá te interese saber, pero de las que no se habla tanto como debiera.


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Una imagen de los estibadores del Puerto de Valencia durante
la reciente huelga.
1. Privatizar el sector de la estiba habría salido más de diez veces más caro que la posible "multa" que puede imponernos Bruselas por no hacerlo. Fue una de las noticias destacadas de la actualidad nacional la semana pasada. La histórica victoria de los estibadores frente a las pretensiones del Gobierno del PP, en consonancia con las presiones de la UE (que es lo mismo que decir de la oligarquía financiera que la controla), de privatizar el sector y así precarizar las condiciones de trabajo, recortar salvajemente derechos y salarios y, por supuesto, enriquecer todavía más a esos pocos que ya se han enriquecido desorbitadamente con otros procesos privatizadores. Es lo que tienen las "liberalizaciones", tal y como se denominan en la jerga de los extremistas neoliberales, que benefician a una reducida y muy privilegiada minoría y perjudican gravemente al resto de la población.
Pero como los oligarcas y sus esbirros tienen muy mal perder, de inmediato han puesto en funcionamiento la maquinaria del odio para criminalizar a los estibadores, tal y como refleja el siguiente artículo de Nueva Tribuna. Para eso controlan los medios de intoxicación de masas (a saber, casi todos los diarios, cadenas de televisión y emisoras de radio del país), a los que emplean para difundir su dogmática propaganda y sus descaradas manipulaciones y mentiras. Que si los estibadores son unos privilegiados que heredan sus puestos de trabajo de padres a hijos, que si son como una "mafia" cerrada a la que no puede acceder nadie ajeno a ese mundo, que si cobran unos salarios desorbitados (que curiosamente aumentaban día a día en los medios), que si la "multa" que nos impondrá Bruselas por no obedecer la pagaremos "todos los españoles", que si con su importe se pueden pagar no sé cuantos miles de pensiones, etc. Lo que sea necesario con tal de inculcar el odio entre la población en contra de un colectivo de trabajadores con verdadera conciencia de clase y que se ha mantenido unido en su lucha, lo que debería ser un ejemplo para todos y es, precisamente, lo que más ha soliviantado a los oligarcas (de ahí la campaña mediática emprendida).
¿Pero a cuánto ascendería la tan traída y llevada "multa" europea? ¿Tan gravosa será para todos nosotros y para la economía nacional que es un millón de veces mejor privatizar la estiba? La sanción, todavía no impuesta porque el proceso negociador no está cerrado, se elevaría a unos 50 millones de euros, o algo más de 134.000 euros por día durante un año, tal y como informan algunos medios para que parezca mucho más ¿Es mucho? Depende, especialmente al compararlo con lo que nos costaría la privatización de este sector. Sumando lo que implicarían las indemnizaciones por los despidos previstos, al tratarse de trabajadores de empresas privadas pero de un sector con participación pública, más las prejubilaciones prometidas según el plan del Gobierno, acumularíamos la friolera de 535 millones de euros, casi once veces el montante de la sanción de la UE o, lo que es lo mismo, casi 1,5 millones de euros al día, siguiendo la lógica manipuladora de esos medios que pretenden demonizar a los estibadores. Esta cifra se eleva, con claridad meridiana, por encima de todo el ruido cavernario emitido estos días. Las privatizaciones maquinadas por el Gobierno también las pagamos todos y, en el caso que nos ocupa, queda muy patente que salimos ganando al dejar la estiba tal y como está.

2. Entretanto, el rescate a la banca nos ha costado cerca de 100.000 millones de euros y el de las autopistas otros 2.100 millones. En esto no harán tanto hincapié, ni tampoco dirán el equivalente en número de pensiones de tan desorbitadas cifras. De ciertas cosas es mejor no entrar en tanto detalle.
Lo del rescate bancario es lo más sangrante, ya que sumando el dinero público inyectado a través del FROB (un fondo de reestructuración de activos), unos 61.300 millones de euros, más el fondo de garantías contra pérdidas futuras (EPA), otros 11.200 millones, más las ayudas canalizadas a través del Sareb (popularmente conocido como el "banco malo"), alrededor de 12.000 millones más, tenemos un montante que, sumado a otras partidas de más difícil cuantificación, se aproximaría a los 100.000 millones (ver más en este artículo de El Confidencial). Todo dinero extraído de las arcas del Estado de una u otra manera y, por el momento, se dan por perdidos unos 37.000 millones de euros que las distintas entidades bancarias (Bankia, Catalunya Banc, NovaGalicia, la CAM...) no están en disposición de devolver ¿Cuántos euros al día a lo largo de un año supone todo esto? Ningún medio al servicio del régimen llevará la estimación a primera plana, de la misma manera que tampoco nos dirán que estas ayudas públicas a unos financieros codiciosos y corruptos, o en el mejor de los casos incompetentes, suponen la socialización de las pérdidas de empresas privadas ¿Para cuándo la de sus beneficios?
Tres cuartas partes de lo mismo se puede decir del fracaso en la gestión privada de la red radial de autopistas de peaje, otro fiasco empresarial por el que pagamos todos por mucho que, desde distintas instancias del Gobierno, nos quieran vender que todo ese dinero no es otra cosa que una "inversión". Curiosa esta terminología tan propia de los fundamentalistas neoliberales. Rescatar empresas privadas en la ruina con dinero público es "invertir" en ese sector, pero inyectar fondos en Sanidad, Educación y Servicios Sociales, de los que todos nos beneficiamos, es un "gasto". Con esto quieren dar a entender que lo primero, a pesar de todo, resulta beneficioso, mientras que lo segundo es altamente perjudicial para el conjunto del país. Por mucho que insistan al final dejará de colar.

3. España es uno de los principales destinos mundiales de turismo sexual. Los habitantes del Viejo Continente no necesitan irse al sudeste asiático o Latinoamérica para echar un polvo a cambio de unos euros, para eso tienen España mucho más cerca. Tal y como reflejaba un artículo de El Mundo publicado el pasado mes de octubre, nuestro país se ha convertido en un destino preferente para aquellos que desean practicar turismo sexual. Las estimaciones del Gobierno, que son sólo eso, indicarían que en España puede haber alrededor de 45.000 mujeres ejerciendo la prostitución dentro de una red que cuenta con más de 1.500 prostíbulos, algunos verdaderos "parques temáticos" del sexo con hasta 200 prostitutas. En este cómputo no entran, a buen seguro, las formas más marginales de prostitución, que se centran en mujeres inmigrantes explotadas por redes de trata y que ofrecen sus servicios en polígonos, carreteras secundarias, barrios de la periferia, etc.
El negocio del sexo goza de muy buena salud en tierras hispánicas, especialmente desde que los portales de Internet especializados en la materia se sumaron a los cauces tradicionales para suministrar una oferta mucho más amplia y mayor discreción. Tanto es así que España figura en el ranking mundial de los 10 destinos favoritos de turismo sexual, junto a otros en los que solemos pensar más habitualmente como Tailandia, Brasil, Filipinas, Holanda o la República Dominicana (pero no Cuba). De hecho ciertos informes policiales estiman que ocupamos el tercer puesto en dicho ranking. Otras estimaciones indicarían además que la prostitución constituiría el 0,35% del PIB español, un negocio que mueve unos 5 millones de euros al día (más de 1.800 millones anualmente).
Así prostitución y turismo irían de la mano, un binomio por el que hemos apostado muy fuerte. La mayoría de los burdeles se concentran en zonas turísticas como la costa andaluza, el Levante, Mallorca o Canarias, así como en Madrid y Barcelona, donde cada verano el número de prostitutas aumenta notablemente para satisfacer la demanda de los clientes que vienen de todo el mundo. Por contrapartida las regiones del interior, que reciben un número muy inferior de visitantes, contarían con una oferta de sexo por dinero mucho más exigua. A la luz de los datos quedan claras dos cosas. La primera es que este negocio, que mueve enormes volúmenes de dinero negro, goza de la permisividad de las autoridades, que sólo actúan contra él de cara a la galería para fingir que se está haciendo algo. La segunda es que el Estado aumentaría sus ingresos si la actividad estuviera reglada, redundando además en una mayor protección para las mujeres que se dedican a ella. No es la solución ideal pero sí, dadas las circunstancias, la menos hipócrita.

4. China va camino de convertirse en la mayor potencia financiera mundial, desbancando a Estados Unidos. Tal y como revela el periodista y politólogo Alberto Cruz en un artículo de El espía digital, la superpotencia asiática se estaría preparando para dar "el gran salto" que le otorgaría el liderazgo económico mundial indiscutible. Su gran apuesta se articula en torno al proyecto geoestratégico "un cinturón, una vía", más conocido como Nueva Ruta de la Seda. Y es que, paralelo al impresionante despliegue de infraestructuras marítimas y terrestres que se extenderán por Eurasia y las aguas circundantes, China ha comenzado a desplegar una serie de instituciones financieras para ampliar su influencia en todos los continentes. La más importante de todas ellas es el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII), que en solo un año de existencia ha demostrado un éxito sin precedentes.
De hecho la adhesión al BAII de países como Alemania y Gran Bretaña, socios tradicionales de Estados Unidos (que no olvidemos que no forma parte de él), demuestra a las claras el nuevo papel preponderante que está ejerciendo China. Las inversiones en Asia de esta institución, sólo durante su primer ejercicio, ya superan en varios órdenes de magnitud a las efectuadas por otras como el Banco Mundial y el FMI, instrumentos bajo control estadounidense, alcanzando los 48.000 millones de euros (si bien el préstamo se efectuó en yuanes). Incluso naciones que tradicionalmente estaban bajo la esfera de influencia norteamericana, como Filipinas, han virado hacia Beijing en sus preferencias. Esto último es especialmente cierto después de que el Acuerdo Transpacífico de Libre Comercio (TTP) quedara en suspenso con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

New Silks Roads. © The Wall Street Journal. Blog Elcano
                    
Por todo el mundo China despliega sus inversiones. En Brasil superan los 21.000 millones de dólares, duplicando casi a las de las filiales del FMI en este país. El gigante asiático es el mayor prestamista también en 15 países africanos y, por si esto no bastara, ya es el principal socio comercial de Alemania por encima de Estados Unidos (170 millones frente a 165). Más datos, cuatro de los mayores bancos de inversión del mundo son de capital chino y, a diferencia de los occidentales, con una importante participación estatal. Y es que este capitalismo de Estado es uno de los rasgos distintivos del régimen de Beijing, que los diferencia del neoliberalismo imperante en Occidente. Todo esto es mucho más que una simple expansión económica, forma parte de una estrategia geopolítica a gran escala que busca trasformar el orden mundial, apoyándose en socios de gran peso como Rusia. Dicha estrategia podría debilitar a Estados Unidos hasta tal punto de poner fin al sistema Bretton Woods, con el dólar como divisa internacional dominante, y que había apuntalado la supremacía norteamericana desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Se avecinan tiempos de conflicto.

5. Enmarcado en este pulso geoestratégico, un conflicto atroz y olvidado desangra Sudán del Sur. El mundo no parece prestar la menor atención a lo que sucede en este desdichado rincón de África, un país inventado para satisfacer los intereses de Occidente en la zona. Desde 2011, fecha de la independencia sur-sudanesa, todo han sido desgracias y despropósitos en un estado que ya nació fallido porque resultaba obvio que no podría sostenerse por sí solo. Tal y como denuncia Nazanín Armanian Sudán del Sur vive sumida en un salvaje conflicto entre distintos señores de la guerra, conflicto en el que se han perpetrado toda clase de atrocidades contra la población civil a una escala difícil de imaginar. Alrededor de 50.000 asesinatos, violaciones y torturas, unos 16.000 niños reclutados como soldados forzosos y una hambruna que ya afecta a 4,5 millones de personas.
¿No es más que otro conflicto civil africano, que enfrenta en este caso a tribus salvajes que se disputan el territorio? Nada más lejos de la realidad. Por extraño que pueda resultar la guerra en Sudán del Sur es una manifestación del pulso entre Estados Unidos y China en la región. El eventual líder del país, Salva Kiir, cometió la osadía de entregar a los chinos la explotación de cerca de la mitad de los campos de petróleo (Sudán del Sur es rico en este recurso, si no a ver de dónde iba a venir el conflicto) y convertirlos en su socios preferentes de cara a las exportaciones de crudo, relegando a los norteamericanos a un segundo plano.
Como Washington no paga a traidores, el otrora señor de la guerra reconvertido en dirigente gracias al apoyo prestado en el pasado, ha visto como su antiguo patrocinador levanta ahora en su contra al resto de señores de la guerra. El resultado es una campaña de violencia y terror sin precedentes, en el que ambos bandos agreden con total impunidad a la población civil mientras la "comunidad internacional" ignora el drama de Sudán del Sur. Una vez más en esta guerra no hay buenos ni malos, por mucho que determinadas estrellas de Hollywood salgan ahora a la palestra para denunciar a Kiir, mientras ignoran las abominaciones perpetradas por otros caudillos. No es más que un pulso entre superpotencias por controlar esta región del globo, lo mismo que hemos visto muchas veces antes y seguimos viendo en otras partes. Un apunte, esta vez los chinos no se ha arredrado. Bajo el auspicio de la ONU, que mantiene una fuerza de interposición en el país, han enviado a más de un millar de soldados como cascos azules para proteger sus intereses. El conflicto en Sudán del Sur todavía puede dar mucho de sí, pero poco nos vamos a enterar de lo que allí sucede.



    Agencia Tigris  



 

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